Perdí $300 MIL Dólares

Te cuento como para que no te pase a ti...

En un año perdí $300,000 dólares.

O quizás hasta más…

Sinceramente, por mi paz mental y mis niveles de cortisol, prefiero no saber.

Y ya sé que quieren saber cómo pasó, así que les voy a contar…

Después de abrir varios locales exitosos de Amazonica en Miami (una empresa de gastronomía que fundé y dirigí durante 8 años), nos ofrecieron un nuevo espacio en una de las zonas más deseadas de la ciudad: Brickell.

Básicamente, es un mini Nueva York pero tropical. Edificios, rascacielos, mucha gente caminando y una cantidad de negocios exitosos. Pero no todo lo que brilla es oro.

Brickell, Miami

Cuando me ofrecieron ese espacio pensé: “Aquí me hago millonario” (qué risa…).

Y dos minutos después, ya estábamos firmando el contrato de arriendo. Con esa firma, sellé lo que sería el peor negocio que he hecho en mi vida.

Mirando hacia atrás, está clarísimo (como solo el tiempo nos permite ver) que todo estaba mal.

  • La ubicación no era buena.

  • El arrendador era una persona complicada.

  • El contrato de arriendo estaba totalmente en nuestra contra y era carísimo.

Todo mal.

Especialmente nosotros, que después de tantos éxitos consecutivos creíamos que todo lo que tocábamos se convertía en oro.

Y ese es el problema del éxito: uno se lo empieza a creer, y embriaga. Te desconecta de la realidad.

Empiezas a creer que te las sabes todas, que ves oportunidades que nadie más ha visto. Y ahí es donde empieza el error.

Al final, la responsabilidad de ese pésimo negocio es nuestra. Nosotros firmamos el contrato. Porque pensabamos que podíamos con todo. Y no.

Rápidamente, después de abrir, nos encontramos perdiendo entre $10,000 y $20,000 dólares al mes. Por meses.

Gran parte del tiempo que insistimos con ese negocio, pese a las gigantescas pérdidas, fue porque no queríamos renunciar a nuestro “sueño”.

No quería aceptar ese nivel de fracaso. Mi luto no me lo permitía.

Y ese es el mensaje de hoy: es importante saber cuándo renunciar.

La regla más importante en un casino no es cuándo te sientas a jugar, es cuándo te paras.

Y hay que saber pararse.

Hay que hacer el duelo rápidamente cuando tu negocio no está funcionando, porque el dinero se puede recuperar, pero el tiempo no vuelve jamás.

Así que, a todos los que se encuentran en una situación parecida, mi recomendación es: no te enamores de tu negocio ni de tu sueño, al menos no al punto de quedar ciego.

En los negocios hay que tener los ojos bien abiertos, entender que todos nos equivocamos, y con velocidad y asertividad saber cuándo es momento de irnos.

Y por último: rodéate de personas que no tengan miedo de decirte que NO.

Personas que te reten, que te digan: “No es una buena idea”. No significa que debas escucharlas ciegamente, pero sí hacer el ejercicio mental de contemplar que no siempre tienes la razón.

Si Starbucks y McDonald's, con sus miles de analistas y millones de dólares, a veces se equivocan al abrir locales que no funcionan, ¿cómo no vamos a equivocarnos nosotros también?

Así que cuando tomemos riesgos (y hay que tomarlos), hagámoslo con la responsabilidad de que, si fracasa esta nueva locación, producto o servicio, nuestro negocio pueda soportarlo.

De lo contrario, es un riesgo demasiado riesgoso 😉

Mucho por aprender y mucho por hacer.
Ammiel Manevich